Ya no son los grafittis de la década del '80, cuando las ganas de decir superaban cualquier necesidad estética. Ahora las paredes nos interpelan inflamadas de colores, con dibujos magníficos y en los lugares menos imaginados. Detrás de estas verdaderas obras de arte hay un grupo de personas que se atrevieron a imaginar la ciudad de otra manera, con tapiales vivos y vivientes. Son los muralistas de Santa Rosa.
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